Crecer destruyendo; ese parece el lema de muchos de los políticos y partidos que hoy circulan por la vida pública en España y por ahí, aunque en nuestro país la moda resulte más extendida y arraigada. De seguir así, puede llegar a costarnos a medio plazo la destrucción o amputación de nuestro sistema constitucional y de algunos de nuestros derechos fundamentales.
Es el caso por ejemplo de los partidos de izquierda radical y muchos de los partidos nacionalistas e independentistas qué deben su expansión y algunos, incluso, la supervivencia a las proclamas y programas de acción que solo buscan destruir.
Reclamar los derechos fundamentales, la preeminencia de la Constitución y de las normas establecidas, ocuparse de los servicios públicos resulta para muchos un insulto o una provocación
Parece que fuera contrario a la misión de los partidos políticos y sus representantes en las instituciones cuyo primer objetivo debería ser crear, generar, construir iniciativas, proyectos e infraestructuras para crecer, para unir a los ciudadanos y así aportar riqueza, estabilidad y avances. Sin embargo, hemos llegado a una situación en la que reclamar los derechos fundamentales, la preeminencia de la Constitución y de las normas establecidas, la necesidad de ocuparse y mejorar los servicios públicos antes que pelearse o destruir lo ya existente resulta casi una extravagancia y, para muchos de estos partidos, un insulto o una provocación qué lleva a muchos ciudadanos a retraerse y esconderse a la hora de reclamarlo.
La premura y el cortoplacismo imponen a algunos partidos enzarzarse en peleas estériles y destructivas cómo único camino para mantener su base electoral y en definitiva sus sillones en el poder y las instituciones públicas y no ocuparse de su “negocio”: la salud, el bienestar y los servicios a prestar a los ciudadanos. Sería inimaginable una empresa en la que sus órganos de gobierno se pelearan entre si olvidando la marcha del negocio.
Primero la monarquía, luego la Constitución y tras ello imponer un régimen totalitario
Una de los expresiones más claras de esta manera de hacer política es la continua censura y acoso al rey emérito que no es sino la primera fase para la destrucción de la monarquía y la instauración de una república, no una república de corte moderno y occidental, sino calcada de la II república española. El siguiente paso es echar abajo el sistema político democrático y constitucional actual de nuestro país para sustituirlo por un régimen de corte totalitario en una España dividida y cuarteada en la que se puede imponer por la fuerza las injustas demandas de estos partidos.
Existen numerosos casos qué confirman esta tesis destructora y totalitaria, pero lo importante no es enumerarlas sino conocer las causas y el por qué se ha podido llegar a esto a esta situación para tratar de ofrecer soluciones alternativas.
La culpa es también de los ciudadanos que, como electores, debemos penalizar o primar a nuestro gobernantes
Pues bien, no se engañen la culpa es de los ciudadanos, de todos nosotros. Aunque pueda pensarse qué son solo los partidos políticos y sus miserias los que han causado esta situación mediante el entreguismo y la inacción ante los que más ruido hacen, tratando de conservar el poder para el que necesitan y necesitaban el apoyo de distintos nacionalismos o fuerzas radicales de izquierda, somos los ciudadanos como electores los responsables, los que debemos frenar estas actitudes antidemocráticas con nuestro voto, orientándolo en un sentido u otro, penalizando a los consentidores ó débiles y primando a quienes se muestran firmes en la defensa de los derechos constitucionales y de la arquitectura legal e institucional vigente.
Puede que necesitemos una conciencia e incluso un movimiento político y social que se llame algo así como “A construir”. ¿Una simpleza? ¿O cuantos electores del PSOE, PP, Ciudadanos e incluso algunos nacionalistas y radicales de derechas no les votarían con el simple programa de defender la libertad, crear y construir empleo, modernizar las empresas y los lugares de trabajo, construir más guarderías, más colegios, mas universidades, más hospitales, mas carreteras, mas energía renovable, …? Y dejar a los actuales políticos que sigan creyendo que pueden crecer destruyendo.